Y sigo con el monopoly... como decía en mi entrada del viernes pasado, estamos viviendo dentro de un sistema muy difícil de desafiar, muchos saben que el capitalismo no es el mejor sistema para vivir, sin embargo ni el socialismo ni el comunismo parecen ser opciones muy prometedoras, no se diga de algunas otras filosofías menos conocidas.
El sistema en el que estamos lleva a la gente con poder a presionarnos de diferentes formas para que queramos tener cosas que no necesitamos, sin embargo eso no significa que todas las cosas sean malas. Hay cosas que buscamos por otros motivos, cosas que podemos disfrutar, que necesitamos o que queremos vivir. Por ejemplo un automóvil que nos sirva para transportarnos, un viaje, una computadora que nos ayude a estar en contacto con las personas, o tal vez música o videojuegos, cosas que nos son el centro de nuestra vida de ninguna forma, simplemente las queremos tener porque las necesitamos o las queremos disfrutar...
Siento que suena raro lo que acabo de mencionar atrás, ¿cómo identificar aquello que de verdad queremos por voluntad propia y no por manipulación de los medios y del mundo?, la respuesta no es sencilla pero no quiero desviar el tema a eso por el momento.
No creo que la solución a los problemas del mundo sea forzosamente detener el capitalismo, no es que todos tengamos que tener los mismos bienes materiales... más bien me gustaría que estuviéramos como dice en la Escritura... al que tenía poco nada le faltaba, al que tenía mucho nada le sobraba... es decir, que la gente se ayude. No es que se regalen todo hasta quedarse sin nada, simplemente que se ayuden por amor.
¿A dónde quiero llegar? Tal vez ya le dí muchas vueltas, pero hay gente que busca respuestas a la situación del mundo, pero yo creo que Cristo nos dio la respuesta hace ya mucho, pero aún batallamos para aceptarla. Si la gente se amara, compartiría, ayudaría a los otros, no por lástima, por amor. No es que la gente deba dejar de comprar cosas, ¡que compre! que compre para los otros que no tienen con qué comprar. Pero necesitamos gente evagelizada, los que tienen para que den, los que reciben para que agradezcan y no se vuelvan flojos, sino que busquen pagar lo que recibieron ayudando a los otros que sufren más.
Por eso y por mucho más yo creo que la evangelización vale la pena... dentro y fuera de la Iglesia.
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